martes, 25 de septiembre de 2012

Ensayo sobre el modelo deliberativo democrático de Arendt.


Para Hannah Arendt, el pueblo debía participar activamente en la política, no solo durante el día de las elecciones y después de estas, dejar toda la política en manos del soberano elegido. Para Arendt, esta participación activa del pueblo tenía una influencia transformativa, ya que podía llevar a cuestionar los
valores, las formas de preguntar e interpretar los asuntos públicos, que se han establecido como más razonables o aceptables, al mostrar nuevos aspectos u otras experiencias que pueden resultar relevantes para discutir sobre tales asuntos. El conformar y confrontar el propio punto de vista a través de las perspectivas de los demás, era para Arendt, el uso público de la razón netamente político. Ahora, ¿qué es la razón pública? Esta el la forma de razonar que se encuentra en el sentido común. Esta confrontación de ideas es necesario para que el ciudadano piense, sea autocrítico y crezca, en vez de solo ejercer una libertad negativa. Cuando no se promueven mecanismos de participación entre los ciudadanos se da el peligro de que se imponga una única perspectiva, o como en las sociedades de masas, que se agoten las expresiones de la pluralidad, y que los individuos se retiren a los espacios íntimos, donde prevalecen sus intereses y necesidades privadas.  A través de este enfrentamiento de diversas perspectivas se creaba un “sentido común”, que no era fijo ni estable, sino al contrario, cambiaba en el momento en el que un individuo ponía otra perspectiva en pleno. Es importante destacar que la pluralidad de participantes es importante para suscitar la reflexión sobre la identidad de cada uno de estos y sobre sus interrelaciones.
¿Cómo se suscitaban todos estos de confrontamientos de perspectivas? Mediante el diálogo en un debate público y abierto. Esta era la manera en la que, para Arendt, los individuos podían participar activamente  en la política. Ahora, para que el diálogo sea exitoso, debe de existir una igualdad en las oportunidades para delibarar, debe haber un intercambio libre y abierto de la información entre los participantes así como la existencia de procedimientos fundamentales.
Para concluir se hace la denotación de que Arendt considera que los juicios políticos no son comprensibles desde el modelo de verdad, porque no hay criterios definitivos para zanjarlos, de modo que el desacuerdo permanece como una posibilidad siempre abierta y no eliminable, aun cuando las posiciones enfrentadas enfoquen el asunto de manera imparcial. En esa medida, a su modo de ver, los juicios políticos no pueden exigir, obligar el acuerdo, como lo harían los hechos demostrables o la verdad probada, sino que se caracterizan por solicitar el asentimiento del otro, con la esperanza de llegar a un acuerdo con él.

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